Mi abuela era única: estas son sus tres lecciones de vida que siempre tengo presentes

Daisy Ridley, más conocida como Rey en Star Wars es la sensible Jedi cuya actitud, no obstante, es ruda al mismo tiempo.

Mi abuela paterna, que murió a los 91 años, se convirtió en Daisy Ridley —su apellido de soltera era Duck— en 1932, cuando se casó con mi abuelo Robert. Nació casi 80 años antes que la actriz, que ahora tiene 31. Mi hermana, Alison, y yo la llamábamos cariñosamente Nanny, y tenía una personalidad similar a la protagonista principal de la tercera trilogía de Star Wars.

Y, al igual que Rey inspiraba a mujeres y niñas a ser fuertes, Nanny era nuestro modelo a seguir. Alison dice que piensa en ella todos los días. Y yo también.

Por eso mi marido y yo elegimos el nombre de Daisy para nuestra hija en 2008. Ahora que es una adolescente, encarna el espíritu de Nanny en lo que respecta a la confianza en sí misma. Espero que herede su sabiduría.

Mi abuela nos enseñó valiosas lecciones de vida durante los preciosos años que pasamos juntas. He aquí tres que me alegro especialmente de atesorar gracias a sus enseñanzas.

Dedicarte a lo que te gusta

Nanny era una vendedora nata. Nada le gustaba más que la sensación de logro cuando vendía una peluca cara o un par de guantes de cuero en los grandes almacenes de lujo donde trabajaba.

Mintió sobre su edad cuando la contrataron. No quería tener que marcharse a los 60, la edad de jubilación de las mujeres en el Reino Unido por aquel entonces. Prolongó varios años su estancia en la tienda.

«Lo haría sin recibir nada a cambio», me dijo una vez. Y así fue: después fue voluntaria en una tienda de segunda mano. Vendió ropa de segunda mano y desempaquetó cajas en el almacén durante más de 25 años.

Mientras tanto, nos orientó a mi padre y a mí hacia el periodismo. Fomentó nuestra curiosidad por los demás. A los dos nos encanta lo que hacemos.

Reciclarlo todo

Mi abuela era una adelantada a su tiempo en materia de reciclaje. Vivió la Primera y la Segunda Guerra Mundial, cuando el racionamiento y el «hazlo y remiéndalo» eran la norma.

Lo mismo hacía en tiempos de paz, incluso reutilizaba las bolsitas de té. Nunca rompía el papel de regalo y lo guardaba para las navidades siguientes.

Otra de sus manías era beber el agua en la que hervía las verduras. «Está llena de vitaminas», decía. Mi hermana lo sigue haciendo.

Mis padres siempre recortan los cupones. Como ella, preparan la comida con productos obtenidos con descuento en el supermercado.

En cuanto a mí, uso parches para alargar la vida de mis vaqueros. Dono y recibo artículos a través de los grupos de Facebook Buy Nothing. El año pasado, un generoso desconocido regaló un piano a nuestra familia. Envío juguetes a una escuela que enseña a niños inmigrantes.

Creo que Nanny estaría orgullosa.

Buscar amistades de distintas generaciones

Nanny tenía un amplio círculo de amigos de casi todas las generaciones. Su mejor amiga era una vecina, Linda. Linda tenía más de la mitad de su edad. Se reían juntas como adolescentes.

Alison se fue de vacaciones con Nanny varias veces a pesar de sus 51 años de diferencia de edad. Una vez asistieron a una fiesta de togas en un hotel de Escocia. Nanny llevaba una sábana blanca y estaba fantástica. Hombres más jóvenes la sacaron a bailar.

Pasaba tiempo con sus compañeros de la residencia de ancianos, pero se sentía cómoda con «los jóvenes», como ella los llamaba. Ellos la ponían al día en todo tipo de temáticas culturales y sociales, desde el rap hasta la transexualidad.

Su funeral, en 2004, fue muy concurrido. Entre los asistentes estaban los niños a los que cuidó cuando tenía 70 años. Los adultos, para entonces, compartían recuerdos de los cuentos que les relataba antes de dormir y los caramelos que les daba a escondidas.

Mi hermana y yo aprendimos de Nanny que la amistad no tiene límites de edad. Mi padrino, Don, de 84 años, es un confidente fiable y divertidísimo. La au pair de mis hijos, Standa, 28 años menor que yo, se ha convertido en una gran compañera.

El otro día salimos a comer. Me habló de una marca de cuidado de la piel llamaba The Ordinary. Dijo que es popular entre «los jóvenes». Hice un pedido.

Jane Ridley,