Van a hacerme una oferta por mi participación en una empresa. Bien.
Podría haber gato encerrado y que, poco después, la empresa se venda por una cifra mucho mayor. Mal.
Aquí entra en juego el clásico refrán:
“Más vale pájaro en mano que ciento volando.”
Pero… ¿realmente siempre es así?
Porque en el mundo de las negociaciones, los pájaros en mano a veces están desplumados. Y los cien que vuelan pueden no existir.
1. ¿Cuándo el pájaro en mano tiene sentido?
Hay momentos en los que vender y salir es la mejor jugada:
✅ Si la oferta ya es buena y las probabilidades de mejora son bajas.
✅ Si el mercado es volátil y las operaciones tienden a caerse.
✅ Si los otros compradores son más rumor que realidad.
✅ Si la empresa tiene riesgos que no compensan esperar más.
Ejemplo clásico:
Alguien te ofrece comprar tu participación en una startup. Sabes que hay rumores de una venta más grande, pero también sabes que el 80% de estas operaciones nunca se concretan.
Esperar puede dejarte con una participación en una empresa que se devalúa en vez de subir de precio.
Conclusión: Mejor asegurar un buen precio hoy que quedarte con las manos vacías mañana.
2. ¿Cuándo es mejor esperar y no vender?
Pero también hay veces en las que vender rápido es un error:
❌ Si sabes (o tienes indicios fuertes) de que hay una operación más grande en marcha.
❌ Si el sector está en auge y la empresa sigue creciendo.
❌ Si los compradores parecen desesperados (algo saben que tú no).
❌ Si la valoración que te ofrecen no refleja el verdadero potencial.
Ejemplo clásico:
Te ofrecen comprar tu participación en una empresa tecnológica justo cuando hay rumores de una gran adquisición en el sector.
Si vendes hoy, podrías estar regalando tu participación a precio de saldo.
Conclusión: Aquí el refrán no aplica. Mejor esperar, aunque implique asumir un riesgo.
3. ¿Y si vendes la mitad y te quedas con la otra?
En muchos casos, la solución más inteligente sería vender una parte y mantener otra, así aseguras algo de ganancias y sigues en la jugada.
PERO… en operaciones privadas, esto no siempre es posible.
- O sales del todo.
- O te quedas con todo.
- O te arriesgas a negociar un mal acuerdo.
En este caso, la solución salomónica no está sobre la mesa. Hay que elegir.
Entonces… ¿vendo o no vendo?
Regla de oro: Si la oferta ya es buena y las probabilidades de mejora son inciertas, vende.
Pero si tienes señales reales de que viene una jugada más grande, esperar puede ser lo correcto.
El problema es que nadie tiene una bola de cristal.
El truco está en tener información, ser racional y no dejarse llevar por la prisa o el miedo.
Porque en los negocios, a veces el pájaro en mano está enfermo y los que vuelan están ya vendidos.