Los inversores tienen que enfrentarse a tres cosas: la inflación, los impuestos y el riesgo.
Los impuestos más o menos están claros, porque en 2024 ya se sabe qué va a pasar. La inflación parece que está empezando a estar bajo control y no creo que vaya a ser un problema —aunque en España hay una inflación subyacente no menos importante y que hay que planificarla—.
Salvo por los riesgos geopolíticos —Ucrania, Israel e incluso Taiwán—, parece que va a ser un año de riesgo controlado. Al menos, más tranquilo de lo que esperábamos hace tres o cuatro meses. Eso sí, no tenemos una bolsa de cristal y la que tenemos es cada vez más opaca.
En este contexto, lo más importante es hacer mejor que nunca una buena selección de inversión. Más que decir ahí, allí y allí, yo creo que es muy importante escoger bien dónde inviertes. Es decir, renta variable, sí, pero depende de dónde inviertas. Renta corporativa, también, porque hay oportunidades con el repunte de tipos, pero según la empresa…
Más que por sector, el año que viene yo animaría a la gente que quiera invertir en renta variable a hacer una buena selección de inversiones y ver qué títulos ofrecen ratios value y EBITDA razonables, un endeudamiento bajo control, un PER suficiente, una política clara de dividendos y sobre todo, que tenga un negocio resiliente. Eso es lo que yo creo que hay que encontrar.
Si yo tuviera que hacer una cartera, lo que haría es una ponderación entre un poco de liquidez —porque en estos contextos es imprescindible para aprovechar oportunidades en el mercado—; renta variable europea —incluyendo España, por supuesto—; algún bono corporativo de calidad y quizás algo de deuda pública muy, muy bien seleccionada y muy a corto plazo.
Esa es la cartera de inversión que llevaría para 2024.
En este último punto, importante resaltar que hay un problema de deuda en el mundo. Ese endeudamiento en algún momento se tendrá que corregir y, por lo tanto, yo sería prudente con la deuda de según qué países.
Si es a tres meses, a seis meses, o a un año, no pasa nada [como las Letras del Tesoro]. Puedes comprar deuda de casi todos los países —aunque yo, por principios, de alguno no compraría—. Pero si compras bonos a 10 años sí que tendría que mirarlo un poquito más.
Lo que sí tengo claro es que no invertiría ni en oro ni en criptomonedas. En las criptodivisas porque no hay un rendimiento explícito, todo el rendimiento depende de que entre más dinero. Y el oro, porque está caro para mí, aunque por lo menos tiene la idea de valor refugio desde hace muchos años.