¿Alguna vez, al sentirte feliz, has tenido también una cierta sensación de culpa? Es algo más común de lo que pensamos. A veces, cuando estamos bien, una voz interna nos dice que no lo merecemos.
Esto ocurre porque hemos aprendido a identificarnos con un «yo» que no somos realmente, un «yo» que carga con creencias, juicios y culpas. Pero nuestra naturaleza más auténtica no está hecha de culpa, está hecha de felicidad. Y lo más bonito es que esa felicidad no necesita una razón externa: simplemente es una expresión de quién eres en realidad.
Todos estamos llamados a ser felices y a desplegar nuestro verdadero potencial. Ser feliz no es egoísta, es vivir alineado con lo que realmente somos. Cuando dejamos atrás esa culpa y nos permitimos disfrutar plenamente, no solo nos hacemos un regalo a nosotros mismos, sino también a quienes nos rodean.
Para evitar una culpa que no te corresponde: la próxima vez que sientas felicidad, no la frenes ni la cuestiones. Abrázala sin reservas. Dile a esa voz interna que está bien sentirse bien, que te lo mereces. Porque también eso -la alegría- es parte del camino.
La felicidad no es algo que tengas que ganar, es algo que ya está dentro de ti. Permítete sentirla.
Con todo mi cariño y admiración,
Dr. Mario Alonso Puig