3 mejores y peores trabajos que he tenido viajando por el mundo

La gente me pregunta a menudo qué me ha llevado a recorrer el mundo sin cesar durante los últimos ocho años, residiendo en lugares que van desde Nueva Zelanda y Hawái hasta Puerto Rico e Italia. Pero mi respuesta siempre ha sido sencilla: quiero ver mundo.

Todo empezó cuando tenía 21 años y trabajaba en una empresa de seguros de vida del Fortune 500. Este trabajo me expuso a los pesares de la vida y me hizo conocer los remordimientos que la gente suele tener en su lecho de muerte. Para muchos, era el anhelo de explorar el mundo.

Unido al dolor por la pérdida de mi mejor amigo dos años antes, esto se convirtió en el catalizador de mis viajes. En 2015, con 24 años, puse rumbo a Australia.

He vivido y trabajado en ocho países y ahora resido en Hong Kong. Estos han sido mis tres mejores y mis tres peores trabajos hasta la fecha.

Los tres mejores trabajos:

1. Asistente de gestión de propiedades en Hawái

En 2017, inesperadamente conseguí un trabajo a tiempo completo en Hawái mientras trabajaba en un hostal de Honolulu. La empresa de gestión de propiedades vecina necesitaba ayuda, y yo intervine. Asistí a los registros de turistas para condominios, ganando 30 dólares (unos 28 euros) en efectivo por cada check-in de parte de mi jefe neozelandés.

Mis turnos consistían en dar la bienvenida a los huéspedes, proporcionar información y entregar las llaves de los edificios cercanos. Este trabajo flexible no tenía un horario fijo ni una oficina fija, y ofrecía un ambiente relajado en el que podía relacionarme con gente de todo el mundo. Los ingresos fluctuaban, pero podían alcanzar los 3.000 dólares (2.740 euros) al mes, en función del número de check-ins gestionados.

2. Camarero en Nueva Orleans

A finales de 2018, pasé seis animados meses en Nueva Orleans, atraído por su historia única y su vibrante Mardi Gras. Tras un periodo solitario en Seattle, ansiaba la energía social de la ciudad.

Trabajando en un bar gay junto a otros miembros de la comunidad LGBTQIA+, adopté el espíritu comunitario y la colorida cultura. En medio del jolgorio, aprendí autodisciplina, resistiéndome a beber en exceso en una ciudad que nunca duerme.

Ejercer de camarero pagaba unos 2.000 dólares al mes (1.826 euros), ocasionalmente más durante eventos festivos como el Mardi Gras, donde podía ganar más de 1.000 dólares (913 euros) en una noche.

3. Manager de un albergue en Italia

En abril de 2023, me aventuré a Nápoles (Italia) y conseguí un puesto en un hostal durante dos meses. Las mañanas en el jardín bañado por el sol con un café se convirtieron en una rutina, y resultó ser mi mejor trabajo hasta el momento. En colaboración con un cocinero y una cantante de ópera, mis tareas —preparar el desayuno, ocuparme de la limpieza y servir la barra— seguían siendo sencillas.

Esta estancia en Italia puso de relieve el valor de una comunidad cohesionada y de unas funciones bien definidas. A pesar de no estar remunerado, el albergue me proporcionó comidas, bebidas y alojamiento gratuitos.

Pero no todas mis experiencias laborales han sido idílicas.

Los tres peores trabajos:

1. Operario de fábrica en una bodega de Nueva Zelanda

De 2016 a 2017, trabajé en una bodega en Blenheim, Nueva Zelanda. Acababa de terminar un viaje por carretera desde Queenstown con un visado work and holiday y necesitaba ganar algo de dinero.

Sin embargo, el puesto implicaba tareas físicamente exigentes, como apilar cajas de vino durante ocho horas diarias, lo que provocaba moratones y ampollas. La paga era inferior al salario mínimo debido a la gran cantidad de trabajadores indocumentados. La dureza de los jefes, el penetrante olor de la fábrica y las tareas repetitivas lo convertían en un reto.

A pesar de las duras circunstancias, esta experiencia me enseñó a ser paciente en la adversidad. Gané unos 650 dólares (593 euros) al mes por el trabajo en la fábrica de Nueva Zelanda.

2. Servicio de limpieza en un albergue de Puerto Rico

En 2018, trabajé menos de seis meses como limpiador en un hostal de renombre en el histórico barrio del Viejo San Juan. La curiosidad por Puerto Rico, derivada de las historias compartidas por la gran comunidad puertorriqueña de Tampa, donde crecí, me llevó allí.

Por desgracia, la experiencia se vio empañada por un jefe que encarnaba el estereotipo de empleador insensible. Él, un artista puertorriqueño adinerado de unos 50 años, carecía de empatía y se comportaba de forma inapropiada con las jóvenes viajeras. Las tareas diarias incluían la limpieza de habitaciones y espacios de todo el hostal al aire libre, gran parte del cual estaba bajo el ardiente sol caribeño.

A pesar de los retos, este puesto me enseñó a respetar los trabajos agotadores y a fomentar la empatía entre los compañeros. Así se forjó mi objetivo de dirigir un albergue en el que todo el mundo se sienta valorado. El trabajo de limpieza no estaba remunerado, pero proporcionaba alojamiento.

3. Profesor de inglés en Hong Kong

Al llegar a Hong Kong en noviembre de 2023, mi objetivo era adquirir experiencia docente para un futuro trabajo en Europa. Por desgracia, la realidad no se correspondió con las expectativas. Los horarios son excesivamente largos, la carga de trabajo poco realista y la empresa para la que trabajo carece de apoyo para su personal. La rigidez del trabajo y la cultura académica han sido agotadoras.

A pesar de disfrutar enseñando, esta experiencia me ha demostrado la importancia de evitar los entornos de trabajo tóxicos. He aprendido a dar prioridad a un lugar de trabajo más saludable. El sueldo de mi trabajo como profesor de inglés en Hong Kong ronda los 3.000 dólares (2.740 euros) al mes.

Andrea Gómez Bobillo