Coworking en Latinoamérica: ¿qué le depara al modelo tras descalabro de WeWork?

La quiebra de WeWork, uno de los mayores jugadores globales del negocio de espacios colaborativos globales, ha sembrado dudas sobre el futuro del coworking en un contexto en el que el modelo de trabajo híbrido toma fuerza y en el que las empresas recortan gastos frente a alta inflación y tasas de interés aún elevadas.

“Hemos visto una apuesta de los operadores de coworking por impulsar la ocupación, lo que se refleja en un balance mixto de cierres y aperturas”, dijo en entrevista con Bloomberg Línea el director de Investigación para el norte de Latinoamérica en la empresa global de servicios inmobiliarios JLL, Rodrigo Torres.

El ejecutivo de la firma de servicios inmobiliarios señala que, si bien se ha dado el cierre de numerosas sedes de coworking en la región, “esto obedece principalmente a una reconfiguración de la oferta”.

Como consecuencia de la pandemia, empresas del sector como la colombiana Owlo cerraron operaciones, a pesar de tener proyecciones de expandirse con aperturas en distintos mercados de Latinoamérica.

Sin embargo, también se ha registrado la apertura de nuevos espacios. En Colombia, se destaca la expansión de Regus y la consolidación de Tinkko, el operador de origen local con mayor presencia en el país.

En la región, las firmas locales compiten por generar confianza ante la ventaja que les llevan en ese sentido multinacionales como WeWork, que cuentan con un mayor respaldo financiero y que además se ven beneficiadas por una preferencia de las marcas globales por su alto reconocimiento.

En la actualidad, las empresas del sector “cierran sedes de bajo desempeño para enfocar la operación en los centros más atractivos para los usuarios, acompañado de tarifas más competitivas. Sin embargo, también se ha registrado la apertura de nuevos espacios”, afirmó Torres.

El número de espacios compartidos globalmente presentó una contracción de 19.421 a 19.345 entre 2020 y 2021 ante los efectos de la pandemia.

No obstante, las proyecciones divulgadas por el portal alemán Statista apuntan a que para 2024 habrá unos 41.975 espacios de coworking en todo el mundo.

Las proyecciones divulgadas por Statista apuntan a que el tamaño del mercado global de espacios de coworking pasará de los US$9.300 millones en el 2023 a US$24.000 millones en 2030.

En Latinoamérica, Ciudad de México, Sao Paulo, Bogotá y Santiago de Chile son las urbes de la región con mayor presencia de coworking de grado corporativo.

Pero Sebastián O´Ryan, CEO de la empresa chilena de espacios compartidos Co-Work Latam, dijo a Bloomberg Línea que el porcentaje de espacios flexibles con relación al total de metros cuadrados de oficina sigue siendo muy bajo en Latinoamérica (menos del 5%), por lo que opina que aún queda mucho espacio para crecer.

“A su vez, en Latinoamérica la penetración de los espacios flexibles es de un 3%, mucho menor al que podemos ver en Estados Unidos”, comentó.

En países latinoamericanos como Colombia, el inventario de espacios flexibles se acerca a los 142.000 m2, distribuidos en Bogotá (66%), Medellín (29%) y Barranquilla (6%), de acuerdo a datos de JLL.

En entrevista con Bloomberg Línea, el gerente de WeWork Colombia, Juan Carlos Peñaloza, opinó que a pesar de la coyuntura, este tipo de espacios van a seguir utilizándose más, pues “la pandemia vino para marcar muchísimo más esta tendencia”.

“Las personas y las empresas están demandando este tipo de modelos de trabajo. Es absolutamente sostenible. Antes, esto se llamaba el futuro del trabajo y era lo que la gente soñaba, poder rotar, trabajar hoy desde Santa Marta y mañana desde la oficina. Ese tipo de cosas llegaron para quedarse. Es una realidad, va a seguir pasando”, agregó.

El coworking y el trabajo flexible

El mercado laboral se está reconfigurando y las transformaciones que se avecinan podrían definir buena parte de la suerte de estos espacios de coworking, en un momento en el que, si bien la modalidad híbrida o presencial vuelve a imponerse, la contratación remota gana terreno.

Voceros de Deel, una firma de servicios de contratación y pago, explican que, de un total de 300.000 contratos analizados alrededor del mundo, en promedio un 90% de esas posiciones son para trabajar de forma remota, según cifras de la misma plataforma.

Indican que este promedio se ha venido manteniendo durante los últimos cuatro años, con mínimas variaciones, lo que “quiere decir que incluso después de la pandemia, el trabajo remoto se sigue consolidando”.

Aun así, consideran que los espacios de coworking pueden complementar muy bien esta dinámica “en un escenario en el que la flexibilidad se convierte en la nueva moneda de cambio”.

De acuerdo al informe sobre el Panorama de espacios flexibles, de JLL, entre las principales razones para elegir este tipo de locaciones destaca la necesidad de espacios de corta duración (31%), nóminas pequeñas (29%), trabajadores en constante movimiento (12%), ahorros en CapEx (11%), ubicación (10%), entre otros.

O´Ryan destaca los aprendizajes en la pandemia frente al trabajo híbrido y la flexibilidad a nivel de contratos, que contribuyen a que cada vez más empresas opten por esquemas más flexibles de oficina, en los que “puedan entregar varias opciones a sus colaboradores para trabajar donde más se les acomode o bien contar con contratos que les permitan crecer o decrecer según los vaivenes económicos del momento”.

“La demanda cambió, hoy la flexibilidad no la necesita solo la empresa que nace, la pequeña o mediana, sino que todas, las grandes incluidas. Por lo tanto, vemos el interés de empresas grandes por usar espacios flexibles, pero con la salvedad que quieren mayor privacidad y presencia de la marca de ellos”, ahondó.

El antes y el después: ¿qué se viene para el modelo de coworking?

El CEO de Co-Work Latam manifestó que el mercado del coworking en Latinoamérica se caracterizó en un principio por tener muchos actores locales, pero con muy baja inversión.

En sus palabras, había “varios proyectos aislados, sin un plan de crecimiento ni capital necesario para ir creciendo. Muchos de esos proyectos durante la pandemia desaparecieron, quedando principalmente actores de mayor tamaño que pudieron sobrevivir a los confinamientos que se realizaron en las principales urbes de Latinoamérica”.

En este contexto, JLL explica que el modelo tradicional en el que las compañías de coworking firmaban contratos de arriendo con los propietarios está pasando a segundo plano ante el auge de los contratos de operación.

Wework no fracasa por su modelo de negocio per se, sino más bien por su estrategia de crecimiento agresiva, sin mirar con detalle la estructura de sus contratos de arriendo de largo plazo y por el golpe de la pandemia en la que toda la industria inmobiliaria se vio afectada.

CEO de Co-Work Latam, Sebastián O´Ryan

Señala que bajo este modelo se comparten tanto el riesgo como las ganancias, y las inversiones de capital son costeadas, en la mayoría de los casos, por los propietarios.

El operador, por su parte, concentra sus recursos en la operación y comercialización, apalancando su plataforma y economías de escala.

Para Rodrigo Torres, de JLL, la evolución en el modelo en Latinoamérica “refleja la madurez de cada mercado de oficinas, la dinámica económica favorable en tiempo reciente de estas economías y elementos puntuales de cada mercado”.

Cita el caso puntual de Bogotá, en donde el auge del coworking coincidió con un ciclo de oferta de espacios de oficinas, lo que permitió que “los operadores firmaran contratos de arrendamientos a precios competitivos en un entorno que favorecía a los usuarios”.

Modelo coworking se adapta a mercados emergentes

El director de Research en JLL considera que el modelo de coworking se adapta a mercados emergentes como el de Latinoamérica por la flexibilidad contractual y financiera que ofrece.

Además, por la alta concentración de empresas en constante crecimiento, con marcada exposición a choques y ciclos económicos y con dificultades para anticipar sus necesidades de espacio en el mediano plazo.

“Mercados con un menor nivel de desarrollo y con usuarios predominantemente locales tienen una menor presencia de espacios flexibles de grado corporativo. Este es el caso de Ecuador, la mayoría de las capitales centroamericanas, Santo Domingo y San Juan de Puerto Rico. Sin embargo, incluso en estos mercados existen compañías locales que brindan soluciones de coworking adaptadas a las preferencias locales”, resaltó.

Sebastián O´Ryan remata que aunque la experiencia de WeWork ha influido en la percepción de los espacios colaborativos, el mercado en Latinoamérica sigue siendo dinámico y con oportunidades de crecimiento.

“Si sumamos a esto la vacancia de oficinas, el modelo de espacios flexibles va a seguir creciendo a doble dígito, al menos en los próximos 2 a 3 años, en una fuerte cooperación entre dueños de edificios y operadores para crear un modelo que sea de beneficio mutuo”, concluyó.

En visión de O´Ryan, estas son las claves para el negocio del coworking :

  • Adaptación a las necesidades locales: explica que el modelo de WeWork consideraba tomar grandes ubicaciones estratégicas, por lo que muchas veces incluso estaban dispuestos a pagar un valor premium para obtenerlas. Considera que esto hace que ante ciclos de menor demanda e incertidumbre, la empresa no sea lo suficientemente flexible como para poder adaptarse.
  • Oferta de servicios que agreguen valor a los usuarios: más allá de proporcionar simplemente un lugar para trabajar, cree que los espacios colaborativos exitosos buscan ofrecer servicios y beneficios adicionales que mejoren la experiencia de sus usuarios. Al proporcionar servicios que aborden directamente los desafíos y aspiraciones de los usuarios, los espacios colaborativos pueden diferenciarse y construir una base de miembros leales y satisfechos. En este sentido, dice que es clave diferenciar a los miembros de acuerdo a sus necesidades.
  • Construcción de comunidades sólidas: O´Ryan afirmó que la construcción de comunidades sólidas en espacios colaborativos implica una combinación de elementos físicos, eventos y una cultura organizativa que fomente la colaboración y el apoyo mutuo: “Cuando los miembros se sienten conectados y respaldados, el espacio colaborativo se convierte en mucho más que un lugar de trabajo; se convierte en una comunidad que impulsa el éxito de sus integrantes”.

Daniel Salazar Castellanos