El fundador de WeWork se guarda un as en la manga tras la bancarrota: él todavía es milmillonario

Aunque la gestión de WeWork a lo largo de su historia ha demostrado no ser la más eficiente, no se puede decir lo mismo de las finanzas de su fundador Adam Neumann. Pese a las millonarias pérdidas de la empresa que fundó, que la han llevado a la bancarrota, él se mantiene en el selecto grupo de personas con una fortuna de más de 1.000 millones de dólares.

El millonario fundador de la gran promesa del coworking se vio obligado a dimitir y apartarse de la junta directiva de la empresa tras los dudosos movimientos de fondos para cubrir su elevado nivel de vida.

Caída de WeWork desde la barrera. Tras meses de agonía arrastrando problemas financieros, presagio de una muerte anunciada, WeWork finalmente se declaró en bancarrota dejando tras de sí una enorme deuda. Esto no parece importarle al milmillonario fundador ya que serán los inversores de Softbank Group y Vision Fund quienes asumirán gran parte de los 11.500 millones en deudas de WeWork.

“Ha sido un desafío para mí observar desde la barrera cómo WeWork no lograba aprovechar un producto que hoy es más relevante que nunca”, dijo Neumann al conocerse la noticia de la bancarrota de la empresa que creó en 2010.

Adam Neumann y la “economía circular”. Su salida de la compañía en 2019 tuvo varios motivos, pero el principal fue la gestión desleal de su fundador, que compraba edificios de oficina a su nombre, para luego arrendárselos a WeWork y quedarse con la propiedad, los beneficios de WeWork y el del alquiler, tal y como desveló una investigación de The Wall Street Journal.

Se estima que Adam Neumann ha estado ganando millones de dólares comprando edificios por los que su empresa pagaba una media de 110 millones de dólares al año mientras él era su director ejecutivo. Lo que sale de un bolsillo, entra en el otro multiplicado.

Salir de WeWork fue el mejor negocio de su vida. Tras un desastroso primer intento de WeWork de salir a cotizar en bolsa, los inversores mostraron sus dudas sobre la dirección de la empresa bajo la sospecha de que Neumann había estado pasando gastos personales millonarios a cargo de la empresa y acumulando deuda en sus tarjetas de crédito corporativa. Esa presión le obligó a dimitir de su puesto al frente de la empresa y vender su apreciado jet privado de 60 millones de dólares.

No obstante, la salida del fundador no fue con las manos vacías. Según publicó Bloomberg, Neumann recibió 185 millones de dólares por un acuerdo de no competencia, 106 millones por un pago de conciliación y 578 millones por sus acciones vendidas a SoftBank para su salida a bolsa. Además, el directivo recibió una ampliación de crédito de 432 millones más por parte de SoftBank. En total, la fortuna de Neumann tras su salida de WeWork escaló hasta los 2.300 millones de dólares.

Vida nueva, viejos negocios. Flow es el nuevo proyecto inmobiliario de propiedades residenciales de Adam Neumann, que recientemente recibía una inversión de 350 millones de dólares, y ya está valorada en mil millones de dólares.

Una parte de las propiedades que están en el paquete de Flow ya eran propiedad de su fundador, por lo que el patrón de WeWork con el conflicto de intereses en las inversiones se repite. Según declaraciones de Neumann en una entrevista , “Flow es otra iteración de la misma historia [de WeWork], que es: cuando las personas viven en comunidad, cuando las personas viven juntas, obviamente tienen diferencias. Pero hay un terreno común”.

Vida nueva, viejos negocios. Flow es el nuevo proyecto inmobiliario de propiedades residenciales de Adam Neumann, que recientemente recibía una inversión de 350 millones de dólares, y ya está valorada en mil millones de dólares.

Una parte de las propiedades que están en el paquete de Flow ya eran propiedad de su fundador, por lo que el patrón de WeWork con el conflicto de intereses en las inversiones se repite. Según declaraciones de Neumann en una entrevista , “Flow es otra iteración de la misma historia [de WeWork], que es: cuando las personas viven en comunidad, cuando las personas viven juntas, obviamente tienen diferencias. Pero hay un terreno común”.

Rubén Andrés