¿No tienes la sensación de que el mundo se va complicando constantemente? ¿de que cada vez tienes más responsabilidades y más cosas que hacer? ¿y de que no tienes los recursos necesarios para hacer frente a todas esas cosas adecuadamente?
Seguramente tu cabeza está llena de preguntas trascendentales: ¿Cómo puedo mejorar la educación de mis hijos? ¿Cuánto debo preocuparme por mi salud? ¿Cómo puedo gestionar mejor mi trabajo, mi departamento o mi empresa? ¿Debo ampliar o mejorar mi formación? ¿Estoy gestionando mis relaciones como debería?
Parece que la vida se las ingenie para complicarse un poco más cada año. Y tú vas cambiando y tratando de adaptarte a esa creciente complejidad. A veces puedes, a veces no.
A veces los cambios vienen en un buen momento y los aceptas sin más. Incluso te puede gustar tener nuevos retos que te den la oportunidad de crecer. Otras veces el cambio llega antes de que estés preparado para afrontarlo, y genera frustración y estrés.
La vida nunca deja de cambiar y tu capacidad de gestionar sus complejidades tampoco deja de evolucionar. El problema es que a veces esos dos universos no funcionan a la misma velocidad. Cuando tú vas más deprisa que el mundo que te rodea, sientes que te aburres y necesitas algún nuevo desafío. Cuando el mundo va más rápido que tú, te puedes sentir sobrepasado.
El mundo moderno está lleno de complejidades. Hay muchísimas posibilidades y opciones para cualquier situación que puedas imaginar, y eso añade presión a la toma de decisiones. La naturaleza de los trabajos cambia más deprisa que nuestra capacidad de adquirir la formación adecuada para llevarlos a cabo. El trabajo ya no es evidente, y los límites de los proyectos no están claros.
Esa falta de límites hace que sea necesario comunicarse con más personas, departamentos y proveedores para poder hacer cosas. La falta de límites también hace que sea más difícil separar tu vida personal de tu trabajo y, como consecuencia, dificulta tus relaciones con familiares y amigos.
La tecnología y las herramientas de comunicación magnifican el problema. No sólo tu trabajo tiene unos límites menos definidos, sino que es algo que ahora puedes hacer en cualquier momento y en cualquier lugar.
Ahora estamos hiperconectados. La conectividad constante ha transformado la manera de hacer las cosas. No sólo trabajamos de manera diferente; estudiamos, viajamos, compramos, nos comunicamos de manera diferente.
Las notificaciones de los dispositivos que llevas encima compiten por tu atención, estés haciendo lo que estés haciendo. Y cuando necesitas información, ¿cuánta es suficiente? ¡Hay una cantidad enorme de información potencialmente relevante en internet!
En definitiva, el mundo exterior te inunda de información y mensajes, mientras tu mundo interior crea un volumen nada despreciable de ideas y acuerdos con otras personas y contigo mismo. Y seguramente, como la mayoría, no estás adecuadamente equipado para tratar de manera efectiva con este gran volumen de compromisos internos y externos.
Para eso nació GTD, para ayudarte a hacerle frente a esta vida cada vez más compleja. Necesitamos un sistema que aporte las herramientas y comportamientos necesarios para funcionar correctamente al nivel que el mundo se desarrolla. Algo que incorpore tanto el pensamiento general como los más pequeños detalles, las prioridades a corto plazo y las prioridades a largo plazo. Algo que nos ayude a absorber todas las novedades de cada día y nos permita estar preparados para lo que sea.