A medida que las vacaciones de verano llegan a su fin, más de cuatro millones de anfitriones de Airbnb de todo el mundo se retiran tras su temporada más ajetreada del año.
Aunque el número de anfitriones en Airbnb sigue aumentando, los huéspedes demasiado exigentes parecen ser la gota que colma el vaso para los anfitriones que se plantean abandonar la plataforma en un mercado de alquiler a corto plazo sobresaturado.
Business Insider ha hablado con anfitriones de Inglaterra, Gales, Dubái y Estados Unidos sobre las cosas más molestas que hacen los huéspedes mientras se alojan en sus propiedades de Airbnb.
1. No seguir instrucciones sencillas
Se aconseja a todos los anfitriones que creen un manual de instrucciones de la casa para los huéspedes que lleguen, con el fin de responder de forma proactiva a cualquier pregunta que puedan tener y asegurarse de que los electrodomésticos y otras características de la propiedad se utilizan correctamente.
Aunque la mayoría de los anfitriones proporcionarán instrucciones claras y normas de la casa, los huéspedes pueden ignorarlas.
«Lo más molesto es cuando no se respetan las instrucciones», afirma Frankie Fonseca, que ha estado alojando ciclistas, excursionistas y trabajadores de la construcción en Merthyr Tydfil, Gales, desde 2019.
En el manual de su casa, Fonseca indica claramente cómo utilizar la calefacción central, haciendo hincapié en que no debe usarse en exceso. También señala que las luces deben apagarse cuando no están en uso. Pero a menudo vuelve y se encuentra con que los huéspedes han dejado las luces encendidas o la calefacción «a tope».
«Me molesta porque es un derroche de energía, un gasto añadido y fácil de evitar», afirma.
Kyrie Adams dejó hace poco de alquilar su Airbnb de Denver para 16 personas. Adams pedía a los huéspedes que no abrieron los armarios, ya que la casa era su residencia principal. «Pero un grupo de chicos hurgó en los armarios para encontrar sacos de dormir y usar cuatro sin preguntar», asegura.
2. Quejarse de cosas que el anfitrión no puede controlar
Aunque quejarse puede ser necesario si un alojamiento no ha cumplido lo prometido, los anfitriones se molestan por quejas triviales que afectan a sus críticas y a su potencial de reservas.
Polly Arrowsmith lleva cuatro años siendo superanfitriona de Airbnb, alquilando su apartamento en Islington, Londres. Aun así, ha recibido bastantes quejas que, en su opinión, escapaban de su control.
Arrowsmith cuenta a Business Insider que una vez los huéspedes se quejaron de que no les gustaba que hubiera un piso en el sótano debajo del suyo que era una planta baja. «También criticaban la pintura exterior y basaban su crítica en eso cuando el piso estaba inmaculado».
«Son quejas tontas. No puedo ser responsable de la forma en que se construyó la propiedad», añade.
3. Robo de objetos de la propiedad de Airbnb
Arrowsmith recuerda lo decepcionada que se sintió después de que una taza de Moomin, valorada en unos 30 dólares (27 euros), desapareciera tras la estancia de un huésped.
«Se han llevado otras cosas como toallas, paraguas, champú de tamaño normal, champú, acondicionador y botellas para lavarse las manos», apunta y añade que le sorprendía que la gente considerara aceptable robar objetos de su propiedad.
Cuando el Dr. Hamdan Abdullah Hamed alquiló por primera vez su villa de Dubái en Airbnb, dejó la comida en los armarios, suponiendo que no se usaría.
«Cuando volví, mis estantes estaban vacíos», afirma. «Faltaban mis sábanas, toallas e incluso almohadas».
4. Esperar una experiencia hotelera
Aunque en la descripción de su piso se indica que no se hará una limpieza diaria de la habitación ni habrá un desayuno completo por la mañana, los huéspedes de Arrowsmith suelen esperarlo. También señala que los huéspedes han pedido ser recibidos a horas «tontas».
Arrowsmith se ocupa de recordar a los huéspedes de Airbnb que «se alojan en un apartamento con servicios, no en un hotel».
«Si quieres servicios de hotel, quédate en un hotel», añade. «Y si esperas que te reciba de madrugada, entonces espera que te cobre más o vete a un hotel».
Hamed recibió una queja de los huéspedes que se alojaban en su propiedad de Airbnb porque no era accesible para sillas de ruedas. La política de Airbnb establece que todos los ajustes razonables de accesibilidad deben discutirse antes de la estancia.
«En ningún momento dije que tuviéramos accesibilidad para sillas de ruedas», asegura Hamed.
5. Gasto excesivo de gas y electricidad
Como el precio del gas y la electricidad está por las nubes, a los anfitriones les resulta frustrante que los huéspedes hagan un uso excesivo de ambos.
Arrowsmith ha tenido huéspedes que «dejaban todas las ventanas abiertas mientras ponían la calefacción a tope». «¿Serían tan derrochadores con la electricidad pagando sus propias facturas?», se pregunta.
Amanda Morgan es propietaria de una vivienda en Anglesey (Gales) y el año pasado empezó a recibir llamadas de vecinos preocupados porque los huéspedes colgaban cables de las ventanas para cargar sus vehículos eléctricos.
Morgan calculó que cargar los vehículos desde su propiedad añadía hasta 600 libras (700 euros) a su factura de la luz. Le chocó la «total falta de consideración» ante el robo de electricidad.
6. Ser un «quejica profesional»
En sus cuatro años como anfitrión, Fonseca se ha topado con algunas personas a las que llama «quejicas profesionales»: huéspedes que intentan encontrar problemas para conseguir reembolsos o descuentos.
A pesar de las múltiples reseñas de cinco estrellas, hubo un huésped que se quejó de que su casa estaba sucia y olía a humo de cigarrillo, aunque no pudo aportar ninguna prueba.
«Cuando llamé a Airbnb para informarles de la injusta crítica, se pusieron de parte del denunciante», explica.
Otro de los huéspedes de Fonseca movió muebles y desmontó camas «buscando fallos».
«No encontraron nada, salvo un marco de fotos debajo de una de las camas», indica. «Le hicieron una foto y dijeron que había basura debajo de las camas. Al final les devolvieron el dinero».