Durante el verano de 2020, Kyle Rooney, un residente de Minneapolis de 46 años que trabaja para una empresa de dispositivos médicos, escuchó que una iglesia local estaba a la venta.
Cuando vio que había bajado de precio, pidió una visita. «No tenía ni idea de qué hacer con una iglesia», señala Rooney, «pero tenía muchas ganas de verla».
La iglesia, de 137 años de antigüedad y situada en el sur de Minneapolis, había sido utilizada por congregaciones episcopales y luteranas.
En 1927, se convirtió en el hogar espiritual de la parroquia de San Francisco, una congregación católica liberal. Pero con el paso de los años, la popularidad de la parroquia católica liberal disminuyó.
El último servicio religioso celebrado en el espacio fue durante la Semana Santa de 2020. Cuando lo visitó ese otoño, Rooney quedó maravillado con el espacio.
Rooney, que creció como católico romano, se reunió entonces con el padre Richard Curney, que supervisó el cierre de la parroquia. Curney le aseguró que el espacio estaba desacralizado y listo para su próximo capítulo.
Rooney compró la iglesia por 275.000 dólares (250.000 euros) en diciembre de 2020. Otros grupos interesados habían propuesto convertir el espacio en apartamentos o derribarlo por completo, pero Rooney se comprometió a preservar su historia.
Rooney presupuestó inicialmente 100.000 dólares (90.000 euros) para el proyecto. Después de que los planos dibujados a mano que había presentado a la ciudad fueran rotundamente rechazados, recurrió a la ayuda de profesionales.
Contrató al estudio de arquitectura local Clever Architecture y a la diseñadora de interiores Kara Wheeler. Convertir la iglesia con su ayuda acabó costando un total de 250.000 dólares (227.000 euros).
El gran sótano se dividió para hacer 3 dormitorios. El espacio tiene 2,5 baños y capacidad para 8 personas.
Renovar un edificio tan antiguo planteaba dificultades. Hubo que elevar los suelos del sótano para que los dormitorios tuvieran un medio de salida, o un camino sin obstáculos para salir, a través de sus ventanas.
A los 6 meses de lo que acabó siendo un proyecto de 2 años, Rooney se lo pensó mejor. «Si hubiera sabido cuánto trabajo y tiempo me habría llevado, no estoy seguro de haberlo hecho», confiesa.
Rooney, un inversor inmobiliario que posee otros 2 alquileres a corto plazo, así como algunos alquileres a largo plazo, afirma que el proyecto era un verdadero «salto de fe.»
«Esto me lleva todo el tiempo durante mis noches y los fines de semana. Pero llevo haciéndolo el tiempo suficiente como para tener la mejor cartera de ‘ayuda’ para hacer que las cosas sucedan», escribe en un correo electrónico. «Me cuesta atornillar una bombilla, y siempre me he dicho que nunca me dedicaré al sector inmobiliario si afecta a cómo hago mi trabajo diario. Eso es lo primero, y esto es un hobby. Pero uno que realmente disfruto y en el que soy bastante bueno».
Rooney quería hacer los menos ajustes posibles al espacio. Toda la madera de la capilla –que ahora es salón, comedor y sala de juegos– es original.
En la década de 1980, un gran incendio derrumbó el tejado de la capilla. Parte del altar sobrevivió y permanece en el Airbnb. Rooney colgó en el espacio un artículo de periódico sobre el incendio para que los visitantes pudieran conocer su historia.
Lo más difícil fue conseguir que la ciudad aprobara cada paso, porque la propiedad iba a ser recalificada de uso comercial a residencial, explica Rooney.
En 2022, se alegró mucho cuando se aprobó la cédula de habitabilidad y pudo publicar la propiedad en Airbnb y otras plataformas de reservas de alquiler a corto plazo.
El espacio de 370 metros cuadrados, apodado Lyndale Church Lodge, abrió finalmente sus puertas a los visitantes en noviembre de 2022. Ahora se alquila a partir de 200 dólares (180 euros) la noche
Rooney paga a una empresa local llamada Minnestay alrededor del 30% por gestionar la propiedad.
Fuente: Airbnb; Vrbo; Minnestay