El panorama para la asediada empresa de coworking WeWork parece alentador, ya que la compañía con sede en Nueva York se aproxima a emerger de su proceso de bancarrota a finales del próximo mes de mayo.
Esta evolución positiva se sustenta en los esfuerzos de reestructuración de arrendamientos que, según estimaciones de la propia empresa, generarían sustanciales ahorros en costos de alquiler futuro por un monto cercano a los 8.000 millones de dólares.
En los meses transcurridos desde que WeWork se acogió al Capítulo 11 de la ley de bancarrotas en noviembre del año pasado, la reducción de los elevados costos inmobiliarios se ha erigido como una de las principales prioridades para la empresa. En aquel momento, WeWork reveló que las obligaciones de alquiler representaban aproximadamente dos tercios de sus costos operativos, lo que motivó los intentos de renegociar casi la totalidad de sus contratos de arrendamiento.
Este avance significativo en la reestructuración de su portafolio de propiedades ha sido posible gracias a los acuerdos alcanzados con los tenedores que representan el 92% de sus notas garantizadas, lo que permitirá eliminar más de 3.000 millones de dólares en obligaciones de deuda.
Durante el transcurso del proceso de bancarrota, WeWork se vio involucrada en controversias por retener importantes pagos de alquiler a los propietarios mientras intentaba renegociar los contratos de arrendamiento. Esta medida provocó la reacción de algunos propietarios ante los tribunales, alegando que tales acciones violaban las reglas de quiebra, según reportaron medios como The Wall Street Journal a principios de este año.
Además de la creciente necesidad de recortar su cartera de bienes raíces, WeWork citó una mayor rotación de miembros y pérdidas financieras como factores que motivaron esta decisión.
El espectro de la quiebra había rondado a WeWork durante algún tiempo, y los expertos ya habían señalado el costo de la agresiva expansión de la empresa en sus primeros años. WeWork salió a bolsa en octubre de 2021, después de que su primer intento de hacerlo dos años antes fracasara estrepitosamente. Este revés provocó la destitución del fundador y director ejecutivo Adam Neumann, cuyo comportamiento errático y gasto exorbitante ahuyentaron a los primeros inversores.
Fue el SoftBank de Japón quien intervino para mantener a flote a WeWork, adquiriendo el control mayoritario de la empresa. Citando fuentes cercanas al proceso, se espera que WeWork emerja de la bancarrota a finales de mayo, siempre y cuando los tribunales aprueben su plan de reestructuración.