Jay no se arrepiente del precio que pagó para mantener su trabajo a distancia.
Durante la pandemia, Jay, un millennial, había estado trabajando a distancia para una agencia gubernamental. Su jefe consideró que su trabajo era completamente portátil y le dio la opción de seguir trabajando desde casa tras la reapertura de las oficinas.
Pero existía una pequeña gran condición: tenía que vivir a menos de 2 horas de una oficina.
«Cuando las cosas empezaron a abrirse tras la pandemia, se determinó que podíamos seguir teletrabajando, pero impusieron la norma de las 2 horas», cuenta Jay, cuyo apellido y empleo se mantienen en el anonimato, pero son conocidos por Business Insider.
La situación pronto se hizo insostenible, ya que Jay quería estar más cerca de su familia, sobre todo de su padre, que padecía una enfermedad neurológica.
«Se está haciendo mayor y pronto va a necesitar que estemos más cerca para ayudarle a cuidar de sus cosas y a él mismo», cuenta Jay. «Cada vez cuesta más conducir 4 o 5 horas de ida y vuelta cada fin de semana para hacer cosas en casa».
Jay también afirma ser más productivo desde casa, por eso, la norma de las 2 horas que le impuso su jefe acabó haciéndole elegir: renunciar o trasladarse a otro puesto dentro de la misma agencia donde pudiese mantener el teletrabajo desde cualquier punto.
Según Jay, eso supondría un recorte salarial importante y la pérdida de la antigüedad, pero el puesto que le ofrecían estaba a menos de 2 horas de la casa de su padre. Así que optó por lo que, según él, era una reducción de sueldo de unos 32.500 euros, lo que situaba su salario por debajo de las 6 cifras.
Business Insider ha verificado el cambio de puesto y la reducción de sueldo, sin revelar los datos personales o la profesión para evitar repercusiones laborales.
Aunque seguía considerando su sueldo «bastante buen dinero», supuso un «enorme recorte salarial». Al final, acabó dejando la agencia por un nuevo trabajo en el que ganaba un poco más, aunque sin recuperar las 6 cifras. En la actualidad, trabaja casi exclusivamente a distancia y solo tiene que desplazarse 2 horas a la semana, algo que no le importa si le permite conservar su empleo.
Jay es uno de los muchos trabajadores que están sufriendo los cambios en las políticas de teletrabajo que las empresas establecieron al inicio de la pandemia.
Para algunos, los cambios que las empresas están exigiendo simplemente no funcionan y, como Jay, algunos trabajadores están aceptando recortes salariales para poder continuar con el teletrabajo.
Algunas compañías podrían estar utilizando una estrategia de presión a los empleados con las normas de vuelta a la oficina para hacer un sutil recorte de plantilla. El problema es que no se están dando cuenta de que la consecuencia principal de estas políticas es ahuyentar a buenos empleados y limitar la reserva de talento.
«Me gustaría que los empresarios se dieran cuenta de que el talento no solo vive en un radio determinado de una oficina», afirma Jay.
Los jefes aseguran que el trabajo remoto se ha acabado, pero los empleados no están dispuestos a dejarlo ir
La mentalidad de las empresas ha cambiado desde principio del 2020, cuando los directores generales pregonaban que la revolución del trabajo a distancia había llegado para quedarse. Ahora cada vez son más los jefes que han dejado de lado su evangelización del trabajo remoto e imponen la vuelta a la oficina obligatoria. Según Jay, esto es una miopía en toda regla.
«La gente que se pasa el día sentada frente al ordenador porque ese es literalmente su trabajo –sentarse delante de la pantalla y revisar expedientes, ya sean financieros, médicos; generar informes, programar sistemas, etc–, y puede hacerlo con éxito desde cualquier lugar», afirma.
Varios trabajadores con los que Business Insider ha hablado afirman que son más productivos en casa y que renuncian a su puesto por las obligaciones de volver a la oficina.
Sin embargo, las investigaciones que se han publicado hasta ahora sobre si los trabajadores son productivos o no estando desde casa son contradictorios: de momento se sabe que para algunos puede ser más adecuado que para otros. Jay que ojalá los empresarios entendieran que trabajar desde casa es una ventaja en los casos como el suyo.
«He demostrado que se puede hacer el trabajo con éxito a distancia, y me gustaría que permitieran a los empleados la flexibilidad necesaria para hacerlo, ya que también intentan vivir sus vidas, porque todos tenemos vidas fuera del trabajo», afirma.
Aun así, también hay más empresas que se esfuerzan por recuperar a sus empleados. Jay asegura que sus anteriores jefes, por ejemplo, «estaban completamente a favor del trabajo a distancia», pero le dijeron que «esta decisión no estaba en sus manos».
«También es una cuestión política», afirma, y añade que «hay un empuje por parte de los gobiernos locales para intentar que la gente vuelva a la oficina. También creo que hay algunos lobbys políticos ricos que son propietarios de inmuebles comerciales y quieren que sus alquileres continúen sirviendo para empresas con grandes plantillas».
McKinsey predice que el trabajo a distancia reducirá el valor de los edificios de oficinas en 800.000 millones de dólares de aquí a 2030. Incluso en 2020, casi 200 ejecutivos de empresas influyentes de Nueva York pidieron ayuda al entonces alcalde Bill de Blasio para que resolviese los problemas de calidad de vida de la ciudad para poder convencer a los trabajadores de que volviesen a las oficinas.
Jay asegura que la dirección de su empresa se mostró comprensiva con su situación, pero que las normas eran las normas. Para él, eso significaba tener que cambiar todo su régimen laboral por un requisito geográfico.
«Sinceramente, siento que están tratando mi vida como un balón de fútbol político», afirma.