Durante años, fui la reina de los hacks, los tutoriales y los tips de 15 segundos.
Todo lo que sabía, lo compartía. Todo lo que aprendía, lo enseñaba. Y no me malinterpretes: me encanta enseñar.
Pero había un problema.
Mientras más visibilidad ganaba, más lejos me sentía de la autoridad que realmente quería construir.
Mi contenido se volvía viral, sí. Pero a lo último no siempre generaba la conexión correcta.
Atraía a muchas personas… pero no necesariamente a las personas adecuadas para mi nueva etapa de crecimiento y negocio.
Un día, me hice la pregunta incómoda:
¿Esto me está acercando a lo que quiero… o solo me mantiene ocupada?
Y ahí comenzó mi cambio.
Fue difícil.
Porque para crecer, tuve que dejar de hacer cosas que funcionaban en el corto plazo.
Tuve que renunciar a las pequeñas validaciones para construir algo más sólido.
Tuve que dejar de agradarle al algoritmo y empezar a liderar una conversación más profunda.
El gran cambio vino cuando decidí transformar mi contenido en una herramienta de posicionamiento estratégico. Con mi equipo comenzamos a crear un nuevo formato: análisis de casos de éxito.
Tomábamos marcas como IKEA o tendencias globales y las traducíamos en aprendizajes aplicables para negocios y marketing.
Pasé de entretener a enseñar con intención.
De gustar a liderar.
De hablarle a todos, a conectar solo con quienes estaban listos para transformar su negocio.
Y los resultados no tardaron en llegar.
Comencé a atraer al cliente correcto. Al que valora una conversación profunda. Al que está dispuesto a invertir. Al que no quiere fórmulas mágicas, sino estrategia real.
¿Y sabes qué aprendí?
Que publicar sin estrategia es como correr sin mapa. Puedes estar muy activo, pero no llegar a ningún lado.
La mitad del año está a la vuelta de la esquina. Y si sigues publicando solo por cumplir, sin un plan que te posicione, te entretendrás, pero no avanzarás.
Porque crecer no es cuestión de suerte. Es cuestión de enfoque.
Tu mentora,