Cómo le enseño a mi sobrina de 5 años el hábito del ahorro

Tener una hucha es muy práctico, por el simple hecho de que te enseñe a empezar a ahorrar. Son como un entrenamiento. Te ayudan a ir generando este hábito desde pequeña. Pero es importante adaptar el concepto de la hucha a la edad de los niños o niñas más pequeños.

Si quieres empezar con este sistema de recompensas o de paga cuando son muy pequeñitos —cuando tienen tres o cinco años—, el hecho de ahorrar a dos años hace que el ahorro para el niño sea un método por el cual parte del dinero que le ha costado ganar, se queda en un sitio y prácticamente desaparece. Al final, piensa, dos años en un niño es como pasar el 50% de la vida en esas edades.

Por eso, cuando son tan pequeñitos creo que tiene sentido ahorrar con un propósito.

Otra cosa en la que haría hincapié es en que el niño aprendiera a hacer sus divisiones, porque una de las principales herramientas que utilizamos cuando ya somos adultos para empezar a mejorar nuestras finanzas —para empezar a poner un poco de orden en toda la parte económica— es algo tan sencillo como tener un presupuesto personal.

El presupuesto también ayuda a ahorrar, a tener dinero para lujos y, a la vez, tener dinero para las áreas importantes. Así que, desde pequeñitos, implementaría el hábito de la planificación haciendo divisiones del dinero que recibe, entre cuánto se va a dejar para gastártelo esta semana y cuánto va a dejar en la hucha de ahorro para alcanzar un objetivo.

Hace un par de años, por ejemplo, empecé a implementar un sistema con mi sobrina, que tiene cinco años. Lo que hacemos con ella es que, del dinero que va «ganando», una parte es para gastárselo ese día, cuando va al kiosco, quiere las cartas de Pokémon o lo que sea. Y otra parte es para comprar algo un poquito más grande.

Le digo: «Tú que quieres, ¿este juguete? Vale, pues vamos a ir poniendo una parte cada día en una hucha. ¿Para qué? Pues para que en un mes o en dos meses podamos comprar ese juguete». No hace falta que tenga el dinero entero, puede ser sólo la mitad y yo le doy la otra parte.

Pero lo que queremos conseguir es empezar a desarrollar el hábito del ahorro con un objetivo muy concreto. Es algo que al niño o la niña le motiva y que, además, le hace ver que el ahorro no es un fondo perdido —no está dejando el dinero en un sitio y ya se olvidó—, sino que el ahorro es algo que le permite conseguir objetivos.

Y a medida que se va haciendo mayor, entonces sí podemos ir estableciendo objetivos más importantes, objetivos a más largo plazo. Por ejemplo, si es un adolescente, sí que tiene mucho más sentido que, por ejemplo, si quiere ir de viaje de fin de curso cuando acabe bachillerato o que quiere hacer un plan este verano con sus amigos, empiece a ahorrar una parte mucho tiempo antes.

Ahí sí que pueden ahorrar a más largo plazo, pero cuando son pequeñitos, el ahorro debería tener objetivos muy concretos. Y yo te diría que debería ser también más corto plazo para ir entrenando poquito a poco ese hábito y que no se olvide de que tiene ese dinero ahí.

Kamila Barca