La revolución IA acaba de dar un gran paso adelante

En los círculos de la inteligencia artificial no se paraba de oír una simple pregunta desde hacía meses. «¿Qué será lo siguiente?».

Desde el lanzamiento del motor GPT-4 de OpenAI en marzo del año pasado, cada vez que pasaba quedaba claro que el modelo del creador de ChatGPT había establecido un listón muy alto. Tanto, que es muy difícil de superar por parte de sus competidores.

Gigantes tecnológicas como Google o Meta han lanzado modelos como Gemini o Llama, que han demostrado, por lo menos, ser competitivos. También startups más jóvenes como Anthropic o Mistral. A pesar de ello, ninguna ha logrado introducir enormes cambios en las capacidades que ya tiene GPT-4.

Gary Marcus, profesor analista de inteligencia artificial, sugirió el mes pasado que esto era un síntoma de que los modelos IA están llegando a un «punto de rendimiento decreciente».

Del mismo modo, también han proliferado las dudas sobre si ya se han conocido los límites de lo que las inteligencias artificiales son capaces de hacer.

Aunque ChatGPT ha demostrado su utilidad tanto en centros de trabajo como en aulas, y la tecnología ha sido pregonada por Bill Gates como una cosa «sobre la que industrias enteras pivotarán», es probable que estas herramientas tendrán que demostrar algo más que lo que ya han demostrado sus chatbots propensos a tener alucinaciones.

Ahora parece que las empresas IA están dispuestas a acabar con esta cháchara. La semana pasada algunas de ellas intentaron abordar la pregunta de «qué será lo siguiente».

OpenAI y Google presentan sus visiones

OpenAI comenzó la semana presentando un nuevo y potente modelo: GPT-4o.

No era el GPT-5 que muchos esperaban, pero la «o» unida a la marca —que se refiere al término omni— introduce avances relevantes en la tecnología de la compañía al mismo tiempo que propone una dirección muy concreta hacia la que encaminar esta revolución IA.

En una presentación el lunes pasado, la jefe de Tecnología de OpenAI, Mira Murati, detalló las posibilidades de su nuevo modelo insignia y su capacidad para «reaccionar a audio, imágenes y texto en tiempo real» para emerger lo que la propia firma describió como «una interacción humano-ordenador mucho más natural».

A través de múltiples demostraciones, OpenAI presentó su nueva versión de ChatGPT con GPT-4o, una herramienta que recordaba al asistente IA Samantha que con la voz de la actriz Scarlett Johansson protagonizó Her, la película de 2013.

Un investigador del Instituto Allen de IA, Nathan Lambert, escribía en su newsletter días atrás que el nuevo modelo de OpenAI lleva al mundo a un lugar en el que «la inteligencia, la atención y el feedback positivo», cualidades «fundamentalmente humanas», vendrán por parte de la inteligencia artificial.

«La demo de GPT-4o demuestra que avanzamos intencionadamente hacia esa realidad sin un ápice de dudas», escribía. Aunque a muchos les ha entusiasmado la idea de tener a su lado en todo momento una IA ligeramente coqueta, a otros tantos les ha inquietado la posibilidad.

El martes llegó el turno de Google, que aprovechó su convención anual I/O para revelar sus novedades en materia de inteligencia artificial.

El gigante del buscador presentó su nuevo Proyecto Astra, que pretende hacer a la IA «algo auténticamente útil para el día a día».

Al igual que el nuevo ChatGPT, el asistente multimodal de Google —impulsado por su modelo Gemini— nace para responder a consultas en tiempo real. Tiene capacidades de visión y audio, además de las habituales respuestas de texto por las que son conocidos los chatbots.

En la práctica, esto implica que podrás apuntar con tu móvil a una escena en la que aparezca, por ejemplo, algo que camina sobre cuatro patas, y a continuación podrás entablar una conversación con la IA sobre dicho tetrápodo.

Los anuncios de Google no quedaron ahí. La compañía también hizo retumbar su principal producto, el buscador, donde integrará la inteligencia artificial para que Google pueda «hacer las búsquedas por ti».

Liz Reid, responsable del Buscador de Google, lo definía así: «A veces quieres una respuesta rápida pero no tienes tiempo para reunir toda la información que necesitas. El buscador hará el trabajo por ti con todos los resúmenes generados por IA».

Ambas propuestas —de OpenAI y Google— demuestran una cosa: la revolución de la IA está a punto de ser mucho más tangible.

Los chatbots empezarán a funcionar más como compañeros que dialogan con el usuario durante períodos de tiempo más largos que como máquinas que, como hasta ahora, respondían a consultas concretas. Por su parte, servicios tan populares como el buscador de Google van a ser algo muy distinto a lo que eran hasta ahora.

Con todo, las consecuencias de todas estas innovaciones todavía no están claras. Las interacciones sociales podrían ser diferentes en el futuro si la gente interactúa más con la IA que entre personas. Muchos editores podrían verse perjudicados por estos avances si la IA acaba provocando que mucho tráfico de usuarios no llegue a páginas web.

Y, sin embargo, está claro que la nueva era de la IA no ha hecho más que avanzar.

Hasan Chowdhury, Alberto R. Aguiar