Son tantas y tan variadas las imágenes que corren en la cabeza de un emprendedor cuando por fin pone en marcha su producto: sueños, ilusiones, miedos, frustraciones, alegrías, tristezas… Es un sinfín de emociones y sensaciones, como si la película de nuestra vida se rebobinara como una de esas viejas cintas de carrete, a toda velocidad. Es, sin duda, un momento que deja huella.
Queremos ser productivos, queremos ser exitosos, queremos ser ricos, queremos ser reconocidos, queremos impactar la vida de nuestros clientes, queremos ser mejores que la competencia, queremos comernos el mundo, en pocas palabras. Un impulso irrefrenable nos lleva a luchar por aquello que deseamos, por eso que nos apasiona, por lo que consideramos nos va a llevar al éxito y la felicidad.
Todo eso puede resumirse, sin embargo, en una intención: queremos ser los número uno del mercado. Es la naturaleza del ser humano, siempre competitivo, siempre ansioso por superar a sus semejantes, siempre obsesionado con la idea de medirse con otros. Ocurre en las mejores familias, ocurre en la vida cotidiana, ocurre en los negocios y puede ser un obstáculo si no lo manejas bien.
Lo que nos cuesta trabajo entender (y, de hecho, muchas veces no entendemos) es que no necesitamos ser el número uno para sobresalir, para ser visibles, para ser reconocidos, para que los clientes nos prefieran a nosotros y no a la competencia. Basta con ser buenos, con ser distintos. Pero, más que nada, basta con ofrecerles la solución ideal a ese problema que los aqueja. Esa es la clave.
Sin embargo, hay que convenir que, mientras no se convierta en una obsesión enfermiza, mientras no te distraiga de tus objetivos, mientras no te lleve a distorsionar la realidad, ser el número uno del mercado es una característica que, sin duda, te va a servir, te va a ayudar. Lo importante es saber cómo hacerlo, cuáles son las condiciones para ocupar ese lugar y sacarle buen provecho.
Cinco cualidades
Veamos, pues, cinco acciones que te ayudarán a ser el número uno del mercado y no morir en el intento:
1) El # 1 del mercado es diferente: ¡Por supuesto! Si todos fuéramos iguales, si a los ojos de los clientes no hubiera diferencias, entonces, ¿cómo sabría cuál escoger? Ser diferente es imprescindible para ser visible, primero, y para ser valorado, después. No hay que caer en los extremos, en todo caso: no necesitas mostrarte como alguien perfecto, o como un extraterrestre.
La estrategia más adecuada es también la más sencilla y la menos utilizada: ¡Ser auténtico! Sí, ser tú mismo, con tus virtudes y tus defectos, con tu visión del mundo, con tus ideales. Nadie quiere que seas pefecto, solo que seas tú. En la medida en que el mercado perciba que eres real, que eres auténtico, encontrará las similitudes que lo llevarán a escogerte como su mejor opción.
2) El # 1 es comprometido: tu producto o servicio pueden ser sensacionales, el precio puede ser muy competitivo, pero si el cliente no percibe tu compromiso, dudará y muy seguramente buscará una alternativa. El compromiso es una condición que el mercado no está dispuesto a negociar y, más bien, es un factor que pesa demasiado a la hora de tomar una decisión.
El compromiso se refleja en identificación: lo que el cliente busca es que tú sientas su dolor, que tú persigas los mismos sueños que él, que tú estés dispuesto a acompañarlo en el camino (sobre todo, en los momentos difíciles), que tú estés presente en la celebración de sus logros, que tú le tiendas una mano cuando el panorama se torna oscuro. Eso, repito, es algo que el mercado no tranza.
3) El # 1 es un modelo: ser un experto, ser el número uno del mercado, ser la mejor opción para tus clientes es más, mucho más que un eslogan o un aviso que se publica en redes sociales. Es el producto de un trabajo y, especialmente, de la acreditación de un conocimiento y una experiencia. No puedes ser el número uno, o venderte como tal, si acabas de surgir, si nadie te conoce.
Lo que debes saber es que ese posicionamiento no te lo dan tus palabras, sino tus hechos. El mercado necesita comprobar que eres coherente, que tus fórmulas sí funcionan, que tú mismo las empleas con éxito. También, que eres alguien de confiar, que actúas con rectitud, que tienes valores y principios similares a los suyos, que no eres uno más de esos vendedores de humo que hay por ahí.
4) El # 1 es la solución: cuando un cliente acude a ti, no busca un amigo o un confidente. Mucho menos en internet, un mundo virtual en el que la mayoría de las veces no llegamos a conocernos en vivo y en directo. La razón por la cual él tocó tu puerta es porque piensa que tú tienes la solución al problema que lo afecta, que tú posees la llave de la puerta que lo conducirá al camino del éxito.
Si el cliente percibe tu compromiso y te ve como un modelo, el siguiente paso es que te considere como una solución. Sin embargo, obviamente, debes demostrárselo, debes ofrecerle argumentos irrefutables de tu conocimiento, de tu pericia. Dado que tú ya pasaste por esa situación que ahora él enfrenta, debes ejecutar las acciones que le permitan salir del atolladero y seguir adelante.
5) El # 1 sabe lo que vale: parece algo obvio, pero no lo es. Y es otro de los factores diferenciadores: el mercado está atestado de actores que se venden como los mejores, pero que a la hora de la verdad no brindan las soluciones esperadas y, peor aún, solo salen competir por precio. ¡Y el suyo es de los más baratos! Ser bueno vale, porque tu conocimiento, tu experiencia y tus acciones valen.
Preocúpate porque tu oferta de valor sea tan buena, que el cliente entienda que esa cifra que le cobras es una ganga. Que valore los beneficios que obtendrá por sobre el costo que pagará. Que esté seguro de que ese dinero se representará en la ansiada solución a sus problemas, en la guía que lo lleve a la cima donde están sus sueños, el éxito, la prosperidad y la felicidad que ansía.
Ser el número uno del mercado no debe ser una obsesión, pero sí una meta de tu trabajo. Esta condición es un medio que te servirá para satisfacer las demandas del cliente, para acompañarlo en ese difícil camino de la realización de sus sueños. No te desvivas por ser el número uno, que ese rótulo es la lógica consecuencia de tu trabajo, de tus acciones, de lo que le brindas al mercado.